Una radio para todos
La radio apareció en Latinoamérica en los años veinte y para la década del cincuenta, se había convertido en un medio masivo
que seducía a vastos grupos sociales. Su carácter estrictamente auditivo le
permitió superar la barrera del analfabetismo de los inmigrantes del campo y
conectarse con las tradiciones orales populares. La radio ha tenido que pasar
por un proceso evolutivo, año tras años las innovaciones fueron cruciales para
su mejora y pronta adhesión a la sociedad; debido a ello también el concepto
del medio perdió sentido, carácter y el objetivo principal se fue desligando
considerablemente. El concepto que se le atribuye a la radio, actualmente, se
muestra como un instrumento masivo que emite información y que básicamente
entretiene con un contenido monótono e insuficiente.
No solo es la forma en cómo emiten algo, sino
la falta de calidad y productividad al momento de fomentar la participación de
las audiencias, el problema tampoco es de los locutores, existe una razón
particular y eso se evidencia por los estudios que se le hacen al público,
definiéndolos como masa. Las creencias de los profesionales de la comunicación
y el mercadeo acerca de las identidades personales, la constitución de grupos
familiares y hogares, así como los mecanismos de conexión social han sido
cambiantes y determinantes en la manera de programar e investigar sus
audiencias, por ende, la variedad de programas radiales busca entretener desde
diversos ángulos sin tener el mínimo interés en generar el empoderamiento. Los
estudios de audiencias también se desligaron de su naturaleza.
Esta práctica profesional tiene como principal
artífice a los actores comunicantes; ellos tienen la función de habilitar los
espacios de dialogo y los canales de comunicación, incluso se considera al comunicador como el medio, para ello hacen uso del famoso "lenguaje
radiofónico", este proceso, en la radio, no sólo es palabra, es una
trilogía interactuante de palabras, música y sonidos, inclusive hasta el
programa más corriente hace que los
comunicadores radiofónicos recurran por lo menos al uso ornamental de la música
para hacer más ágil la audición. Sin
embargo, uno puede tener buena voz, buenas iniciativas, saber de técnica y
haber hecho cinco años de periodismo en la universidad. Pero si no siente algo
por dentro, si no se mete en la magia del medio, si no disfruta el programa,
nunca llegará a ser un buen radialista. Será un trabajador de radio, pero no un
comunicador ni una comunicadora. Porque habla bien, pero no comunica. Otra
situación carente en la radio hoy en día: pasión.
Los pocos comunicadores que mantienen sus
principios intactos, se comportan en el medio como un facilitador, pero también
fueron adaptándose a los cambios técnicos, cada vez se innova bastante en las
distintas programaciones radiales, este modelo de programación deriva de la
actuación radiofónica de la emisora. Es un concepto que hace referencia a la
estrategia empresarial de la emisora y al diseño narrativo del relato
radiofónico en el tiempo. En la actualidad, la mayoría de las cadenas de radio
disponen de la estrategia de multiproducto de programación. El punto que
desvirtúa a este tipo de programaciones, es básicamente en quien los controla,
por ello no es raro escuchar espacios radiofónicos donde su temática es absolutamente
música.
Adentrándonos más a la aplicación correcta de
este medio tan sofisticado, una de las finalidades del locutor es buscar
seducir al oyente para reforzar su imaginación y capacidad para discernir, de
esta manera su imaginación ve más allá que un simple conjunto de palabras,
estando apto para debatir, crear juicios, rechazar prejuicios, obteniendo así
una liberación de la mente y sus pensamientos. Hacer radio es seducir al
oyente. La atracción puede darse con una noticia impactante, con un sketch
cómico o la plática amena de una animadora. Todos los formatos sirven. El caso
es establecer esa corriente afectiva del emisor hacia el receptor y viceversa.
Por este motivo el lenguaje radiofónico es exclavisantemente descriptivo,
narrativo y sensual. "La radio mantiene abiertos los ojos de la
mente".
La radio —escribió McLuhan— es un medio
eminentemente visual. Esto es posible porque los humanos no tenemos dos ojos.
Tenemos tres. El oído también ve. O mejor expresado, el oído hace ver al ojo interior,
a ese que llamamos imaginación. Los ojos de la cara pueden estar cerrados. El
tercero, el de la mente, sigue bien abierto y espera que los demás sentidos
—especialmente el oído— lo estimulen. El oído es el sentido más importante en
este vasto medio radial. Su buen uso implica no solo la retroalimentación de lo
que escuchan, sino la forma en cómo reaccionan o usan los contenidos que
reciben.
De esta
forma el carácter de este medio de comunicación depende del sentido al que se
dirige. La personalidad de la radio no la establecen los radialistas, sino el
oído humano, este sentido tiene un cómplice que es fundamental: la imaginación.
Para desarrollar ambos aspectos es necesario que los mediadores
(comunicadores), manejen el arte de hablar, que su herramienta; la voz, cuente
con las condiciones necesarias para fomentar la activación de procesos en los
radioescuchas. Esto implica: manejar un buen código para asegurar la trasmisión
del mensaje, saber escuchar y ser empático.
En nuestra época la radio se ha ido
tergiversando con sus respectivas funciones, moldeando las programaciones con
fines netamente comerciales, dejando al oyente como un simple receptor e
impidiendo la trasformación de las audiencias. El panorama es totalmente
distinto si se habla de las radios comunitarias, ellos democratizan la palabra,
en estas emisoras, el valor de la palabra, es hacer, que la gente interactúe,
defienda, sustente y posea reacción para cuestionar su realidad, posiblemente
de ese modo tomen acciones prontas, es decir, crear el cambio teniendo la
iniciativa y voluntad.
En Canadá se conocen como radios comunitarias.
En Europa prefieren llamarse radios asociativas. En África, radios rurales. En
Australia, radios públicas. Y en nuestra América Latina, la variedad de nombres
da cuenta de la riqueza de las experiencias: educativas en Bolivia, libres en
Brasil, participativas en El Salvador, populares en Ecuador, indígenas en
México, comunales aquí y ciudadanas allá… Cambian las zapatillas, pero no la
bailarina. Porque el desafío de todas estas emisoras es similar: mejorar el
mundo en que vivimos. Democratizar la palabra para hacer más democrática esta
sociedad excluyente a la que nos quieren acostumbrar los señores neoliberales.
Las sostenibilidades de estos medios carecen de
apoyo externo, muchos proyectos quedaron frustrados y no lograron establecerse
en el seno de la comunidad. Particularmente en América Latina, la Iglesia
Católica Progresista ha desempeñado un papel muy importante en su desarrollo,
también hubo apoyo de instituciones no gubernamentales nacionales e
internacionales. A diferencia de las radios privadas comerciales, no persiguen
un fin de lucro. No tienen un dueño, sino que son gestionados de forma
democrática y participativa por grupos de personas agrupadas en asociaciones
civiles, vecinales, cooperativas, sindicatos, mutuales, etc. En la Ley de
Servicios de Comunicación Audiovisual, las radios comunitarias están
contempladas dentro de prestadores de "gestión privada sin fines de
lucro". De este modo se diferencian de los medios públicos (estatales y no
estatales) y de los privados comerciales.
En este contexto, la comunicación comunitaria
de estos medios, no puede existir si no es en función de la dinámica social en
la que se desarrolla, pero, cómo hacer para que haya sostenibilidad. En este
proceso para lograr el equilibrio, los factores más importantes son: la
sostenibilidad institucional, sostenibilidad social y sostenibilidad económica.
Tomando en cuenta estos tres componentes, denotamos que son vitales para lograr
un equilibrio para desarrollar procesos de comunicación participativa. En
referencia a los institucional, esta consiste en temas de legislación,
reglamentación y políticas estatales, que surgen por el riesgo de los medios
masivos, quienes temen que estos medios puedan mermar su poder, a su vez
también entra a tallar el tema de las licitaciones públicas para adquirir un
espacio comunitario, que son ofrecidos al mejor postor, como si la libertad de
expresión se subastara. Con respecto a la sostenibilidad social, tiene que ver
con aspectos organizativos, culturales y lingüísticos, que son parte de la
apropiación del proceso comunicacional, su vinculación con los actores sociales
es lo que garantiza su permanencia en el tiempo y su consolidación. Finalmente,
la sostenibilidad económica, se refuta en la legislación que generalmente
limita las posibilidades de las radios a autofinanciarse mediante la
publicidad. En ocasiones venden publicidad con la consigna de obtener ingresos
en mejora del espacio radial entonces pueden captar publicidad comercial y
trasmitirla, su finalidad no es el lucro, pero lucra para poder cumplir con su
finalidad, aunque también recibe apoyo de la misma comunidad, de las
iniciativas artísticas, culturales o de entretenimiento que fomentan. Por esa
situación es que la sostenibilidad de las radios comunitarias necesita estar
equilibradas en sus tres componentes.
Las radios comunitarias, como precursores de la democratización de la comunicación, deben incluir la tecnología entre sus
reivindicaciones, un claro ejemplo; es el matrimonio que tiene con el internet
literalmente, esta combinación ha permitido romper el bloqueo de las agencias
informativas, de las empresas disqueras, superar distancias y monopolios,
intercambiar la producción radiofónica en todos sus formatos y temáticas. La
mayoría de emisoras, incluso las pequeñas, ya cuentan con acceso a internet.
Tal vez la mayor originalidad que brinda el internet, más que saltar la barrera
espacial (cobertura planetaria), es la superación de la barrera temporal, de
estar obligados al oír tal programa a la hora que se difunde. A la radio ya no
se la lleva el viento. El internet permite escuchar los programas que nos
interesan a cualquier momento, a esto se le conoce como internet a la carta.
Ahora bien, el vínculo que también se ha desarrollado, son; telecentros y la
radio comunitaria. Una relación que ha permitido en la intercomunicación una
mayor rapidez y amplísima cobertura, en la información permite recurrir a
fuentes más prurales y fiables, la educación y cultura combinadas con el
internet, desarrollaron programas educativos de gran utilidad y el comercio ha
potenciado los conceptos de negociación de los campesinos de zonas rurales.
En todo este conglomerado de situaciones,
trasformaciones, aportes y relaciones; la tecnología, la comunidad, la radio y
los comunicadores, hemos sido cada uno muy relevantes en este proceso. Por ello
la dinámica actual significa un reto mayor al desempeñarse en el medio, debido
al uso de la tecnología y las variaciones que implican, la radio toma un camino
diferente, deja de lado la abertura de canales de diálogo, por optar
exclusivamente al entretenimiento y la información maquillada. Pese al brusco
cambio que ha sufrido la radio, existen personas que se dedican a innovar,
promover y generar el empoderamiento en los actores comunicantes, ejemplo de
ello son las radios comunitarias. La radio comunitaria sobrevive más allá de
las dificultades que se atraviesa en su desarrollo, su financiamiento e incluso
las barreras que impone el mismo gobierno. Con la meta intacta de contribuir en
el desarrollo del pueblo, hacer radio es trascender y ver la profesión como una
vocación. Trabajar con la radio significa integrar y revalorizar la cultura
cotidiana de los jóvenes, donde los medios ocupan un lugar fundamental. A su
vez, permite potenciar el vínculo con las nuevas tecnologías interactivas y los
entornos digitales. Posibilita comprender el lugar estratégico de los medios en
la construcción del escenario público y político y en la posibilidad del
ejercicio democrático por parte de los ciudadanos.
Heyner,
ResponderEliminarTu itinerario contextual aporta convenientemente.